¿« Traductor, traidor »?

Resumen

Se presentan y comentan las diferentes traducciones de las Obras de Sigmund Freud en español. Se examinan los alcances y límites de ambas, asociando las peripecias que determinaron inclusiones y exclusiones, aciertos y desaciertos, y peripecias que rodearon o siguieron al enorme esfuerzo de los traductores, que motivaran algunos detalles o resultados. Asimismo, se menciona las fuentes críticas y notas presentes en el origen de la que puede considerarse “grosso modo” segunda traducción casi integral, como así esfuerzos ulteriores de incorporar aún más obras no incluidas anteriormente. Puede considerarse, por lo tanto, de un continuo “work-in-progress”…

Ballesteros           Freud              Strachey

 

Existen dos traducciones al castellano de las Obras Completas de Sigmund Freud. La primera, publicada de modo parcial primero y en dos célebres tomos “en papel biblia” luego, por Biblioteca Nueva de Madrid (1948), fue obra de Luis López Ballesteros y Torres, y se debe a la insistencia de Ortega y Gasset, pese a que la teoría psicoanalítica no le simpatizaba demasiado (de modo muy característico para la España de su época ‒frase que deberemos repetir‒ califica a Freud como “un judío Profesor de Psiquiatría en Viena”).[1]

La traducción fue formalmente elogiada por dicho “médico judío” en una breve y elogiosa nota en la que recuerda sus intercambios juveniles con su amigo Eduard Silberstein por medio de un supuesto español que hipotéticamente habían aprendido de modo autodidáctico con el objetivo de leer a Cervantes.

De una de las “Novelas Ejemplares” de éste, “El Coloquio de los Perros”, adoptaron los seudónimos con los que firmaban su intercambio epistolar, “Scipione und Berganza”, asignando la residencia de ambos canes al “Hospital de Sevilla” (de hecho en la novela cervantina se llaman Cipión y Berganza y viven en el Hospital de Valladolid).

Otros esfuerzos o intentos de Freud con la lengua española son absolutamente curiosos y constituyen evidencia de que nuestra lengua no es tan sencilla como se cree… menos aún si se considera que desde el manco de Lepanto hasta el comienzo del siglo XX hubiera alguno que otro cambio idiomático evolutivo.[2]

Pese a las elegantes a la par que discretas alabanzas del autor, la traducción, como es inevitable, arroja luces y sombras. Por una parte es el mérito de Ballesteros de “conservar” el acabado estilo literario y ágil del original, aún en el pasaje a una lengua tan diametralmente diferente. El otro es de inventar, construir o recrear un léxico utilizable para la compleja e intrincada terminología psicoanalítica, que reconoce orígenes sumamente diversos. Hay indudables aciertos, como “lo siniestro” para das Unheimliche (aunque la significación múltiple de ambas palabras se hunda en abismos divergentes).

Y también están las características objetables; una permanente confusión –probablemente debido al desfallecimiento del escribiente a máquina de la editorial– entre los términos “afecto” y “efecto”. Pero más aún, la ocasional transformación de “masturbación” en “ese vicio”, igualmente muy delatora de la moralina española de su momento.

Asimismo, el achatamiento o banalización de términos fuertemente polisémicos, como verter “Der Untergang des Oedipuskomplexes” en tanto “El final del Complejo de Edipo”. Freud había explicado la elección del primer sustantivo de la frase para producir asociaciones con la obra de Spengler, “Der Untergang des Abendlandes” que aquí apareciera como “La decadencia de Occidente”. Para ambos casos más hubiera convenido acaso “el hundimiento”, dado que además de ser más literal permite no solamente dicha asociación sino otros aspectos.

 

Las cartas con Fliess

Si bien los dos tomos fueron publicados con el nombre de Obras Completas muchas habían quedado afuera, lo que alcanza asimismo a las que aún no se conocían en la época de la edición; notablemente, las cartas y manuscritos enviados a su admirado amigo Wilhelm Fliess, que incluían el “Boceto de una psicología” (vertida ulteriormente con el pintoresco título “Proyecto de una psicología para neurólogos”).

El rescate del intercambio con Fliess tiene una historia que desafía toda credibilidad. Fue encontrado por Marie Bonaparte en lo de un bouquiniste (vendedores de libros antiguos); de inmediato lo adquirió y cometió la torpeza de mostrárselo a Freud, que se había distanciado por completo de su amigo luego del enojoso affaire Swoboda, una acusación de plagio desencadenada por una personalidad tan inestable como la de Fliess, eufemismo para mencionar una enfervorizada estructura paranoide. Así las cosas y echando mano a una encantadora y llamativa historia judía ].[3] Freud le ordenó taxativamente destruir ese material.

Sin embargo, la Princesa de Grecia lo desafió una vez más, y despachó el material a Inglaterra. El Canal de la Mancha se encontraba minado… pero las cartas, como afirma Lacan, llegaron a su aparente o proyectado destino. Tantas veces se habían salvado, para caer por ende en manos de su fatal verdugo: la propia hija de Freud, Anna, quien conservaba toda la producción de su padre como si le perteneciera por entero.

Preparó con Ernst Kris (y la propia Princesa) una edición con el título “De los comienzos del psicoanálisis” en la que eliminaba al menos la mitad de las cartas, al tiempo que la escueta mitad remanente evidenciaba severísimos y muy extensos tijeretazos. Nadie podría ver en adelante el material original, nadie habría de violar el secreto guardado bajo siete sellos inviolables.[4]

Y sin embargo, hubo tres “violadores”. El primero fue el médico personal de Freud, Max Schur, autor de “Freud, Living and Dying” (1972, IUP), el relato sobre los últimos momentos del genio. Tal como se impuso luego de la Segunda Guerra, con el traslado de los Freud a Londres y con la IPA como centro de referencia, la primera edición fue en inglés. Contenía varios fragmentos de la correspondencia que registra el surgimiento del psicoanálisis al ritmo de la transferencia de su creador sobre la figura del discutible o dudoso otorrinolaringólogo y cirujano berlinés (de esa transferencia hubo un efecto ulterior: un hijo de Fliess, Robert, fue psicoanalista).

Luego apareció la versión alemana (Editorial “Suhrkamp”, 1972), en la que dichos extractos se aprecian en su versión original. Una de las sorpresas es el hallazgo de la única poesía que se conoce de Freud, dedicada al nacimiento del hijo de su amigo.

De dicha y hasta donde sabemos única expresión del estro poético de Sigmund –en verso libre– apareció una primera versión al castellano firmada por quien aquí escribe. La edición, bilingüe y precedida por unas líneas también mías, fue publicada primero (con anuencia de los propietarios) en la revista Imago, de Letra Viva Editorial, y luego en Conjetural (sólo en español y sin el prólogo).

El segundo en penetrar en lo impenetrable (el άδυτο de los antiguos) fue Paul Roazen (1936-2005). Como cancerbero de los Archivos había sido designado el severo Kurt Eissler. Qué habrá hecho alguien tan poco calificado como el bueno de Paul, de vocación “chusmólogo”, para conmoverlo, no podremos saber, ya que se dedicaba mucho más a recoger supuestas afirmaciones (increíbles o poco verosímiles, especialmente con alguna pincelada próxima a lo obsceno) que a leer cualquier texto escrito.

El resultado no fue nada alentador: otra colección más de anécdotas a cual más dudosa, pero sin duda de gran impacto. Como periodista televisivo sensacionalista y amarillento, vale.[5]

Por último, el tercer “interventor” fue Jeffrey Moussaieff Masson. Estudioso del sánscrito, súbitamente se interesó por el psicoanálisis, lo que lo llevó a emprender toda la “carrera analítica” a lo largo de las severas y burocráticas reglamentaciones de Eitington.[6] Tal vez fuera su pasaporte de entrada al santuario; lo cierto es que el comienzo no podía ser más promisorio.

Se dedicó a ordenar las correspondencias de Freud (afirmando que se encontraban en el más absoluto desorden y abandono) y preparó la edición, esta vez integral y completa, de las cartas a Fliess.[7] Su plan era la publicación no censurada ni fragmentaria de todas las correspondencias con todos sus interlocutores.

Pero ay, no llegó a completar su ambicioso y apasionante programa. De la lectura del volumen que había editado extrajo la conclusión de que Freud, con su “teoría del fantasma” (usamos el galicismo pese a que en español tiene una significación diferente, tan sólo porque se ha vuelto corriente entre nosotros), había retrocedido cobardemente frente a la evidencia de la “realidad” de las prácticas incestuosas infantiles, ya que las niñas “realmente” habían sido violadas despiadadamente por sus “reales” padres[8]. Ay, la temible enfermedad anglosajona de la “realidad”… Eso terminó por dejarlo a Masson fuera de los Archivos, de una vez y para siempre.

 

La edición de Santiago Rueda

Pero regresemos a la primera edición de las Obras Completas de Freud. De los textos que no fueron traducidos por Ballesteros se encargó el argentino Ludovico (“Vico”) Rosenthal, quien llevó a cabo una traducción muy cuidadosa, que no caía en los prejuicios del español y respetaba admirablemente los escritos, manteniendo su agilidad (aunque pudieron haberse deslizado, como es lógico y hasta necesario, algunos latinismos innecesarios, como “procesos cognitivos” para “Denkprozesse” en el así titulado “Proyecto”). Los volúmenes aparecieron por primera vez publicados por Santiago Rueda Editor en 1955.

Más tarde, Biblioteca Nueva, amparándose en la propiedad de los derechos, reeditó los dos tomos traducidos anteriores, añadiendo uno tercero con lo realizado por “Vico”. Y años después reeditó todo el paquete con una supuesta (y muy dudosa, ya que mantenía muchos de los errores anteriores sin cambios) revisión de Jacobo Numhauser Tognola, originario de Chile, eliminando el nombre de Rosenthal.

La edición fue adornada con fotos de los primeros psicoanalistas y alumnos de Freud, debajo de los que aparecían tétricas leyendas sobre el muy poco feliz final de cada uno, que mostraban bastante poca relación con los auténticos datos biográficos o bien procedían a la lisa y llana eliminación de ellos para sustituirlos por desgraciadas y dramáticas tragedias.

 

La versión de Etcheverry

Llegamos así a la segunda versión de las Obras Completas con traducción de José Luis Etcheverry, editada por Amorrortu, Buenos Aires, 1978, en 24 tomos que reproducen el ordenamiento establecido por James Strachey (con la colaboración de Anna Freud, Alix Strachey y Alan Tyson) de 1953 a 1974.[9]

Algunos textos no están publicados de manera completa (las ya mencionadas cartas a Fliess, por ejemplo) ya que se sigue minuciosamente la edición inglesa, publicada por el Instituto de Psicoanálisis de Londres. Pero se conserva el aparato filológico-crítico del editor, adición muy bienvenida sin duda, y de la que carece, muy lamentablemente, la muy incompleta edición alemana de las “Gesammelte Werke” (18 tomos editados entre 1940 y 1987).

Una ulterior edición en alemán en sólo 10 tomos, la “Studienausgabe” incluye las notas de Strachey, pero reduce la cantidad de obras a un discreto número que se supone representa “las más importantes”.[10] No existe, por lo tanto, edición alemana satisfactoria completa y con aparato crítico.

Partamos de algunas características más de la “Standard Edition”. Evidentemente se trató de un esfuerzo titánico y de muchísima mayor seriedad que todas las traducciones al inglés anteriores. Sin embargo, no podía escapar a ciertas particularidades. Primero, cierta admiración por el idioma helénico, de ahí tal vez “catexia” (κατέχω, κατάκτηση) por “Besetzung”, “anaclítico” (ανακλίνομαι) por “Anlehnung”, o por el latín (“ego, id, superego”).[11]

Segundo, la más interesante, la negativa de Strachey de verter el enigmático “Trieb” freudiano al equivalente inglés “drive” que pese a su rechazo se ha vuelto corriente, especialmente para los anglosajones que han tenido contacto con la enseñanza de Lacan, quien fue el primero en objetar llamarlo “instinto”. Por lo tanto, no tiene más remedio que poner “instinct” contra viento y marea, aun cuando reconoce, a regañadientes, que Freud usó “Instinkt” para el reino animal no-parlante.

Es muy notable, característico y típico de la flema inglesa su argumento: “Drive is not an English word”. Ballesteros hace otro tanto y –de haber podido– hubiera sostenido lo mismo, en tanto “pulsión”, galicismo adoptado en castellano luego de la re-lectura lacaniana, tampoco es palabra española.

La versión argentina de Etcheverry es diametralmente opuesta a la española de Biblioteca Nueva. En primer lugar, procura mayor exactitud o rigor, y tiene en cuenta, como mencionamos recién, el impacto del pensamiento francés.[12] Así “Besetzung” ya no es “carga” sino “investidura”, la ya mencionada “pulsión”, y otros términos tomados asimismo de la atmósfera gala.

Pero el costo es la completa pérdida del atractivo estilístico y la agilidad; en lugar de la elegancia de la pluma freudiana, el lector debe batallar de modo inclemente contra un texto espeso, impiadoso y hasta impenetrable en su pesada lentitud paquidérmica.

El objetable y único “aligeramiento” es tan sólo provisto por caprichosas singularidades, aciertos indudables como “lo ominoso”, tan válido como “lo siniestro” para “das Unheimliche” pero también rarezas desconcertantes, como “el sepultamiento del Complejo de Edipo”, transcripción fúnebre si las hay, pero esencialmente incorrecta y desesperantemente macabra… Sin embargo, los lectores se salvaron –aunque a duras penas– de otros antojos no menos bizarros o extravagantes, como “querencia” para “Trieb”.

Hubo, desde luego, muchos denodados empeños posteriores en lograr aún más rigor, tantos, en efecto, que escapan a esta reseña.[13] Algunos están gravados por el muy irritante hábito lacaniano-rioplatense de copiar a Lacan, mencionando la palabra alemana luego de la castellana.

Esta práctica un tanto innecesaria, al ser esgrimida por quienes desconocen por completo la lengua de Goethe, engendra espantosas y espectaculares monstruosidades de incorrección gramatical, sintáctica, ortográfica y muy especialmente de pronunciación. Los alemanes suelen repetir, orgullosamente, “Deutsche Sprache, schwere Sprache” (idioma alemán, idioma difícil).

La aparición de nuevos artículos o materiales de Freud obligó a los traductores de todas partes a afilar sus uñas. Al publicarse la correspondencia con Ferenczi, apareció el borrador de un artículo extraordinariamente complejo de la “Metapsicología” que no había llegado a ver la luz pública, “Übersicht der Übertragungsneurosen” (1915, primera edición alemana con facsímil del original, prólogo y notas de Ilse Grubrich-Simitis editada por Fischer, Frankfurt en 1985; en castellano apareció como “Sinopsis de las neurosis de transferencia”, Ariel, Barcelona, 1989). Su intrincada dificultad parece haber desalentado a más de un psicoanalista lector, constituyendo aún hoy un texto del que muchos, si no todos, huyen rápidamente….[14]

Y llegamos al final con la muy reciente aparición de versiones bilingües de otros tantos manuscritos inéditos debidas a Juan Carlos Cosentino y Lionel Klimkiewicz.[15] El futuro dirá…

Notas al final:

[1] www.cidadefutura.com.br/wp-content/uploads/Ortega-y-Gasset-Obras-Completas-Tomo-1-1902-1916-1.pdf. Asimismo puede consultarse www.temasdepsicoanalisis.org/2013/06/30/el-lenguaje-del-psicoanalisis-2 /

 

[2] Para el interesado en esta increíble colección epistolar puedo recomendar un texto apasionante de Feliciano Pérez Varas (Universidad de Salamanca): www.idus.us.es/bitstream/handle/11441/61955/FELICIANO%20P%C9REZ%20VARAS.pdf;jsessionid=EA2545FB1CA90875E0D57B02029FF331?sequence=1

 

[3] “Bouquiniste” es el nombre tradicional de las librerías al aire libre junto al Sena en París. La “historia judía” concierne un pavo asado que se prepare con sucesivos pasos infinitamente complicados demorando horas y horas, para luego arrojarlo al cesto de desperdicios…

 

[4] Una brevísima crónica de la correspondencia con un discreto comentario de referencia lacaniana (más breve aún) por Eric Laurent se encuentra en www.revistavirtualia.com/articulos/616/misceaneas/la-ascesis-freudiana-las-cartas-a-fliess Acerca de la frase sobre la carta cf. Lacan, J. « Le séminaire sur la “La lettre volée” », Écrits, Paris, Seuil, 1966, p. 41.

 

[5] Por otra parte, nos preguntamos cómo habría podido descifrar los manuscritos freudianos, escritos –como en todo el ámbito germano-parlante de la época– en la atrozmente impenetrable letra gótica cursiva (un comentario sobre la excepcional dificultad de los no familiarizados con ella se encuentra en el artículo citado en nota 14 , ver abajo). Roazen estuvo en Argentina y dio sendas conferencias en la EFBA (Escuela Freudiana de Buenos Aires) y en la Facultad de Psicología (UBA). En la primera narró su contacto con Marc Antoine Lacan. Resulta que tenía ya una vaga idea de que “el catolicismo había tenido gran influencia y peso en la teoría de Jacques Lacan”, a la que a todas luces no conocía de ningún modo: A Roazen, evidentemente, no le gustaba leer textos y prefería escuchar anécdotas. Al enterarse de que el psicoanalista francés, ya desaparecido, tenía un hermano monje benedictino, hizo todo el viaje hasta el convento para conocerlo. Relató que le sorprendió abriéndole la pesada puerta del monasterio y que exhibía una gran cruz de madera colgada de su cuello. En el edificio contaban con wifi, ordenadores y todo el progreso técnico imaginable. Y extrajo, finalmente, la revolucionaria y subversiva conclusión de su visita, que no fue otra que “el catolicismo había tenido gran influencia y peso en la teoría de Jacques Lacan”… (entre nosotros podemos preguntarnos si valía la pena hacer el viaje, pero no es algo que pueda investigarse). En ninguna de sus conferencias respondió de manera directa y pertinente a ninguna pregunta; siempre se trató de “para-respuestas” que esquivaban el planteo, llenando el vacío con palabras más o menos elegantes. Aplausos. Lamentablemente, varios psicoanalistas tomaron en serio su libro sobre Viktor Tausk (“Brother Animal”, New York, Alfred A. Knopf, 1969) (¡hasta mereció una edición de la EFBA!), en el que sobre la otra vez dudosa fuente de entrevistas con supuestos testigos de la época, sazonadas con curiosas asignaciones de celos del maestro vienés acerca de la “originalidad muy superior de su alumno”, culpabilizaba por completo a Freud del suicidio de Tausk: ¡¡¡Sigmund asesino!!!

 

[6] www.ipa.world/IPA/en/IPA1/Procedural_Code/Requirements_for_qualification_and_admission_to_membership.aspx

 

[7] www.culturafilosofica.com/cartas-de-sigmund-freud-a-su-amigo-wilhelm-fliess-en-pdf-gratis/ (edición en castellano)

 

[8] Masson, J. M., The assault on truth, New York, Farrar, Straus and Giroux, 1984 www.scribd.com/book/84587842/The-Assault-on-Truth (hay versión castellana, El asalto a la verdad, Seix Barral, España, 1985)

 

[9] www.es.wikipedia.org/wiki/The_Standard_Edition_of_the_Complete_Psychological_Works_of_Sigmund_Freud. El período inusualmente prolongado de la edición se debió a la confección del último tomo, índice general de palabras. Otro tanto sucedió con la edición alemana.

 

[10] www.de.wikipedia.org/wiki/Sigmund_Freud#Gesamtausgaben Esta situación motivó una respuesta epistolar que yo recibiera de la Editora, Ilse Grubrich-Simitis: “Der Mangel der Freud-Ausgaben sind wir voll bewuβt” (somos plenamente concientes de las carencias en las ediciones de Freud)

 

[11] www.nosubject.com/Cathexis y www.benjamins.com/online/target/articles/target.17.2.08hal. El primer tomo está precedido por la dedicación admonitoria, que por sí sola merecería un comentario: “To the thoughts and words of Sigmund Freud, this their blurred reflection is dedicated by its contriver” (“A los pensamientos y las palabras de Sigmund Freud, éste su borroso reflejo es dedicado por su pergeñador”) y también tiene una notable introducción seguida de un pequeño glosario en la que son justificadas las elecciones de términos.

 

[12] Un temprano derivado del esfuerzo de Jacques Lacan es el volumen “Vocabulaire de la Psychanalyse” de Jean Laplanche y Jean Bertrand Pontalis (Paris, PUF, 1967) que ningún símil posterior logró igualar. Para cada entrada, es de señalar que entre los equivalentes que se dan para varios idiomas, los de lengua castellana fueron aportados por Marie Langer, quien tuvo que completar algunos términos descuidados o pasados por alto por Ballesteros

 

[13] Mencionamos un texto de Etcheverry sobre su versión, www.ddd.uab.cat/pub/1611/19882963n2/19882963n2a4/19882963n2a4/version.htm y un solo ejemplo de los intentos posteriores que toman algún texto en particular: www.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/sitios_catedras/electivas/659_clinica_psicoanalitica/material/descargas/represion.pdf  Pero agregaremos un artículo en prensa, de notable interés y alcance, sobre las dificultades de la traducción de la obra freudiana observadas, con un ojo especialmente crítico y fundamentado, por Juan Lo Carmine Gammel y Santiago Peidro, ambos de la Cátedra Nuevas presencias de la sexualidad: el debate sobre la construcción de la diferencia de los sexos, Facultad de Psicología, (Universidad de Buenos Aires) Cátedra II Psicología, ética y DDHH, de próxima aparición en el Anuario de Investigaciones, Volumen XXVII, 2020, Facultad de Psicología UBA. La edición Amorrortu comienza con un tomo entero de 143 páginas escrito por Etcheverry “sobre la versión castellana” en la que abundan las explicaciones (que Strachey resumía en poco espacio), y un extenso glosario.

 

[14] Resultado de un intento conjunto de Margarita Hes y este servidor (R.N.) es una primera versión inédita al castellano (“Panorama de las neurosis de transferencia”) depositada en la Biblioteca de la Escuela Freudiana de Buenos Aires.

 

[15] www.pagina12.com.ar/307448-publican-manuscritos-ineditos-de-sigmund-freud

Biografía:

Roberto P. Neuburger, psicoanalista de Buenos Aires, Argentina; Médico Esp. en Psiquiatría (UBA), Hospital de Agudos Dr. I. Pirovano, Ex-Residente en Psicopatología, Hosp. “Evita”, Lanús, Ex-Miembro EFBA y APSA, Seminarios de Interconsulta en AASM, de Psicoanálisis en 17, Instituto Estudios Críticos CDMX, Jurado Premio Psicología UBA, Presentaciones de casos y artículos en Ψυχαναλυτικά Σεμινάρια, Atenas

Publicaciones sobre Interconsulta Psicoanalítica en: Psicoanálisis y el Hospital, Revistas Psicología UBA, Cuadernos S. Freud, American Imago, Journal for Lacanian Studies, RISS, JEP, Κλινική Ψυχοδυναμική, L´Information Psychiatrique Psychiatry and Clinical Neurosciences (Japón), Samiksa (India), Психоаналитический Вестник (Moscú)

Árbitro de trabajos en diferentes publicaciones y conferencias sobre Psicoanálisis en varias ciudades.

Fecha de publicación:

6 de febrero, 2023

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European Journal of Psychoanalysis